Por: Profesor Antonio Simoni.
Mucho se ha escrito acerca de los colonos que llevaron a cabo las repoblaciones en Andalucía durante el reinado de Carlos III. En el aspecto religioso la Real Cédula por la que se decretaba el establecimiento de las Nuevas Poblaciones obligaba a que la confesión religiosa de los colonos fuese católica. Este condicionante no fue cumplido por Thürriegel, el comisionado por Pablo de Olavide para llevar a cabo este proyecto, y entre los colonos procedentes del norte de Europa, donde la Reforma ya se había consolidado desde hacía dos siglos, vinieron colonos de confesión protestante. El número de los colonos protestantes ha oscilado a lo largo de la historia, desde la afirmación de Ferrer del Rio “introdujo el asentista Thürriegel varios protestantes”[1], hasta la de Alcázar Molina “Thürriegel ha inundado con un número muy considerable de tunantes toda la baja Andalucía”[2], en clara referencia al incumplimiento de Thürriegel de la cláusula de la confesión religiosa de los colonos. Lo que si queda claro es que, en el famoso episodio de la conversación mantenida por el agente de la Sociedad Bíblica Británica Jorge Borrow y una ventera de la Monclova, en la Luisiana, provincia de Sevilla, otra de las poblaciones fundada por colonos, casi setenta años después de la llegada de los primeros colonos, todos eran ya católicos o por lo menos decían serlo.[3]
El paraíso del sur de España proclamado por Thürriegel en sus panfletos era muy distinto a la realidad con que se encontraban los colonos a su llegada, previamente a la llegada de los colonos habían ocurrido algunos conflictos eclesiásticos durante el reinado de Carlos III; en 1761 se introdujo el Regio Exequator, por el que se impedía la publicación en España de cualquier orden originada en Roma (bula, carta, etcétera.) sin previa autorización Real. En 1767 el Rey Carlos III, a la vez que decretaba la admisión de seis mil colonos, decretaba también la expulsión de seis mil jesuitas. Al igual que en otros países católicos de Europa, en España era difícil la convivencia del despotismo ilustrado con la presencia de los jesuitas, brazo derecho de Roma y motor de sus intrigas políticas. Sin embargo, a pesar de que la sociedad ideal de los ilustrados excluía todo lo relacionado con lo clerical, y con ello parecía que es España se vislumbraban nuevos aires aperturistas, la realidad era muy distinta, ya que los lazos iglesia-estado eran tan fuertes que en fondo nadie pensaba que las Nuevas Poblaciones se fuesen a constituir sin la presencia de la Iglesia Católica[4]. Un difícil panorama en el aspecto religioso tenían ante si los colonos protestantes que llegaban, agravado además con la presencia de un organismo encargado de velar por la defensa del catolicismo: el tribunal de la Santa Inquisición.
No tardó en actuar el Tribunal de la inquisición de Córdoba ante la nueva amenaza que veían en los colonos centroeuropeos, cuyos países de origen habían abrazado La Reforma Protestante iniciada por Martin Lutero a principios del s. XVI. Nieto C. lo refleja de la siguiente manera:
“El 27 de septiembre de 1769 se presentaban ante el Tribunal de Córdoba varios colonos de La Carlota y Fuente Palmera para abjurar libre y espontáneamente de los errores de su secta. En el año 1770 la Junta de estado presiona a Pablo de Olavide para que pudiera entresacar a los colonos de los cuales hubiera sospechas de su catolicismo. En agosto de 1771 los Inquisidores Apostólicos de Córdoba escriben al capellán mayor de las Nuevas Poblaciones de Andalucía por haber llegado la noticia de que existen herejes alemanes e ingleses y de otras nacionalidades que quieren entrar en la Iglesia Católica, y autorizan al Vicario eclesiástico José Lázaro Sánchez Rubio pueda absolver del pecado de herejía a cualquier hereje que quiera volver a la iglesia.”[5]
La citada Ynstrucción contenía diez puntos, por lo inédito del proceso sólo detallaremos los puntos 2, 3 y 4.
2.- Si está bautizado y confirmado, quién le bautizó, dónde y en qué forma. Si el bautizo fue con “agua elemental o con otro licor”. Palabras y ceremonias que se emplearon en dicho acto, y si le bautizaron con la misma forma con que bautizan a los demás de su tierra.
3.- En qué religión le criaron sus padres y qué es lo que ha creído desde el uso de razón, especificando todos los errores que en sus creencias hubiere tenido contrarios a la Iglesia Católica.
4.- Debe manifestar qué es lo que quiere tener y creer hasta la muerte. En caso de responder que quiere morir en la Iglesia Católica podrá hacer la protestación de fe, expresando en ella todos los artículos que son contra la secta de Lutero o contra la que hubiere seguido, y prometiendo no amparar ni favorecer a otros herejes, sino delatarlos a los Sres, Inquisidores.[6]
Todas las presiones recibidas por los colonos tuvieron reflejo en varios aspectos, uno de ellos era la amenaza que la Inquisición veía en los colonos debido a su alto nivel de alfabetización, sólo basta recordar el efecto de La Reforma en la educación en Europa, se calcula que el noventa por ciento de los colonos sabían leer y escribir. Otro aspecto es la gran cantidad de colonos que se cambiaron su apellido para que no se reconociese su origen alemán, o familias como los Lingenfelder, perseguidos por su condición de protestantes entre otros.[7] Hoy día todavía podemos observar algunas reminiscencias del pasado protestante de algunos colonos, casi un siglo después de su llegada se pueden leer en las tumbas de los cementerios expresiones como “durmió en el Señor”, expresión típicamente protestante, así como la ausencia de imágenes en las lápidas, en clara obediencia al mandato bíblico de no hacer imágenes, clara evidencia y costumbre protestante. Otro aspecto que evidenciaba una de las diferencias más notables era la concepción protestante del trabajo, mientras el concepto tradicional español ha considerado el trabajo como una maldición divina existe un concepto protestante del trabajo, en el que existe una dignificación del trabajo, y como consecuencia una ética del trabajo. Quizá eso explique por qué se decía que en las Nuevas Poblaciones estaban los mejores trabajadores del País.
Para terminar, y volviendo al inicio de este artículo con respecto al número de colonos protestantes que vinieron entre los casi siete mil quinientos, hemos de abordar con rigor varios aspectos que nos aproximen de manera imparcial a una cifra lo más objetiva posible. El primero es que el tratamiento historiográfico diferenciado que ha tenido el movimiento protestante en nuestro país hace obligatorio el revisionismo histórico, sobre todo cuando se aborda el tema histórico-religioso en el país que se erigió como reserva del catolicismo en Europa. El segundo es que, aún hoy en día se manejan cifras, en algunos casos tan bajas, que resulta difícil entender la movilización del Tribunal de la Inquisición y toda la maquinaria inquisitorial por “unos cuanto protestantes”. El tercero es que, hay que admitir que no todos los colonos, por el hecho de ser originarios de países del norte de Europa, eran protestantes.
Aun así, la horquilla que se maneja en cuanto al porcentaje de colonos protestantes, teniendo en cuenta todos los factores y en opinión de algunos expertos, podemos afirmar que se sitúa entre el sesenta y el noventa por ciento del total.
En conclusión, fueron difíciles los momentos que vivieron los colonos de confesión protestante en una España excluida del progreso y de los avances de una Europa para la que la Reforma Protestante significaba el rotundo final de la edad media, iniciando el camino de la Historia Moderna. Mientras tanto, en las Nuevas Poblaciones de Andalucía se fisuraba esa uniformidad religiosa con la llegada de los colonos protestantes, quizá precursores sin saberlo de lo que cien años después y en la misma zona geográfica se iniciaba tras la batalla de Alcolea, la libertad religiosa, y con ella la Segunda Reforma Protestante en España.
Sobre el autor:
Antonio Simoni es Pastor en la Federación de Asambleas de Dios de España. Es graduado de INSTE, Coordinador de las Extensiones del CSTAD y profesor titular en la Facultad de Teología en La Carlota, Córdoba. Su pasión por la historia le llevó a estudiar varios cursos en la UNED y tiene hasta la fecha en su haber más de cincuenta artículos sobre la historia del protestantismo. Antonio Simoni es, además, conferenciante y Secretario del Consejo Evangélico Provincial de Córdoba. Junto a su esposa y sus dos hijos desarrolla un fructífero ministerio para gloria del Señor Jesucristo.
BIBLIOGRAFÍA:
- BORROW, G. La Biblia en España.
- CUEVA, V. Historia Ilustrada de los Protestantes en España.
- GRACIA, R. Autos de fe y causas de la Inquisición en Córdoba.
- GONZÁLEZ, J.L. Historia del Cristianismo.
- MARTÍNEZ, J.M. La España evangélica ayer y hoy.
- NIET CUMPLIDO, M. “La iglesia en las nuevas poblaciones”, Boletín de la Real Academia de Córdoba, nº 88.
- TUBÍO, F. Historia de la colonia de Fuente Palmera.
- ACTAS del VI Congreso sobre Nuevas Poblaciones.
[1] Ferrer del Rio, Antonio. Historia del reinado de Carlos III en España. Madrid, 1856.
[2] Alcázar Molina, C. Las colonias alemanas de Sierra Morena. Madrid, 1930.
[3] Borrow, George. La Biblia en España. Cap. XVI (Introducción, notas y traducción por Manuel Azaña).
[4] Marcelino Defourneaux en su libro “La vida cotidiana en la España del Siglo de Oro” afirma: “La fe católica impregna tan profundamente el alma española que no hay ningún aspecto de la vida individual o colectiva al cuál no esté asociada.”
[5] Nieto Cumplido, Manuel. Boletín de la Real Academia de Córdoba, de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes. 1968. Año XXX, nº 88.
[6] Op. Cit.
[7] En su libro Historia de la colonia de Fuente Palmera, pág. 154, Tubío Adame señala que “un gran número de familias, fundamentalmente extranjeras, abandonaron su dotación”. En la Historia de las Suertes es curioso notar que aparece como causa desconocida el origen de estas deserciones o abandonos de las tierras, y que además se producen en su mayoría en colonos de origen alemán.