Jean-Marc di Costanzo
Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad; por lo cual Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría más que a tus compañeros.
De joven, a menudo me preguntaba a qué se refería el autor de la epístola en este versículo, cuando menciona a tus compañeros. Durante mucho tiempo yo mismo pensé que se trataba de los ángeles, ya que el pasaje compara a Jesús con los ángeles; y la predicación en las iglesias da una interpretación similar. Para resolver el problema, por tanto, es necesario examinar el propio texto griego.
El autor cita el Salmo 45:7-8, que corresponde en la Septuaginta (LXX), la Biblia griega de los judíos y cristianos de la época, al Salmo 44. En ambos casos, tanto en la Epístola a los Hebreos como en los LXX, encontramos la expresión para tous métokhous sou. El término metokhos procede del verbo met-ekho; significa tener parte con; va seguido del genitivo. Así, la traducción literal es la siguiente: Por tanto, tu Dios te ha ungido con el óleo de la alegría con (en griego para) los que participan contigo. El texto se refiere a aquellos con los que Jesucristo comparte. Nótese aquí que la preposición griega para + acusativo significa con o cerca; y no más que, ni siquiera con preferencia a.
¿Por qué entonces nuestras traducciones no siguen la traducción literal? Hay que tener en cuenta que nuestras traducciones actuales proceden de la Vulgata (la Biblia latina que se leía en la Edad Media), que traduce aquí el griego como prae participibus tuis, que literalmente significa más que (o preferentemente a o con preferencia a) de los que participan contigo. Como vemos, el uso de prae + dativo, que indica superioridad o preferencia, cambia completamente la interpretación del texto. No está nada claro en qué «textus receptus» (texto griego recibido) se basó esta traducción latina, pero no se corresponde en absoluto con el texto original científicamente establecido. Tal vez así se entendiera también el versículo en aquella época.
Para averiguar quiénes son estos metokhoi, tenemos que seguir una regla sencilla: examinar el contexto y cómo utiliza el autor este término en su epístola. En primer lugar, Jesús es llamado el primogénito (prôtotokos, véase el artículo anterior) en Hebreos 1:6. Él es el Hijo único del Padre, el que tiene derecho a recibir su herencia. Ha recibido del Padre la herencia de la gloria eterna. Recibió como hombre lo que ya poseía como Dios antes de bajar a la tierra. Ahora puede compartir su herencia con los que están en él. En segundo lugar, el autor emplea el termino metokhos en varias ocasiones. En 3:1, el autor se dirige a los metokhoi, a los que tienen parte en la herencia celestial; y, según 3:14, a los que, siendo coherederos con Cristo (Rm 8:17; Ef 3:6), participarán en su herencia. Así evitan el castigo del que son partícipes (metokhoi) todos aquellos que rechazan a Cristo.
¡Qué gran gozo es para nosotros haber conocido a Cristo, a quien Dios ha hecho heredero sobre todas las cosas (Heb. 1:2), el Primogénito, el prôtotokos, que nos ha hecho partícipes de Su herencia (Col. 1:12; 3:24)! En los dos primeros capítulos de Hebreos, el autor compara a los ángeles con Jesucristo. Ellos son sólo espíritus al servicio de Dios; mientras que Jesucristo es declarado Hijo de Dios, ante quien se postraron los ángeles de Dios en su nacimiento, cuando vino a la tierra (Heb 1:5-6). Su poder y majestad se manifiestan en la creación (1:10); pero en su magnificencia no fue indiferente a nuestra miseria: por amor se rebajó al nivel de los hombres para salvarnos. Durante un tiempo se hizo un poco inferior a los ángeles, pero Dios lo sentó a su diestra en un trono eterno (1:8, 13) y lo coronó de gloria y honor, sometiendo todas las cosas a sus pies (2:5-8). Todo lo que existe pasará, pero él permanecerá para siempre (1:10-12). Su obra permanece inmensa: Después de servir a la justicia de Dios con sus sufrimientos (2:9), Dios lo ungió con una alegría incomparable: Regocijándose con los suyos, les concedió la gracia de participar con él en su herencia (1:9), de ser partícipes de Cristo y de recibir el Espíritu Santo como prenda de su resurrección. Habiendo aparecido como un simple hombre entre los hombres, a través de la carne y la sangre (2:14), los ha hecho hermanos, y ahora puede presentarse ante su Padre celestial con gloria y honor, declarando con amor y orgullo: «Aquí estoy yo y los hijos que Dios me ha dado» (2:13).
Jean-Marc di Costanzo, misionero francés jubilado en España, fue fundar del Institut Supérieur d’Exégèse Biblique, en Uagadugú (Burkina Faso) y en Bouaké (Costa de Marfil). Sirvió con su mujer en Mauricio donde dirigía la escuela bíblica. Le gusta seguir sirviendo al Señor compartiendo sus conocimientos a través de artículos como esta.
Este articulo fue publicado en francés en la revista Pentecôte Receiver vivre transmutare, febrero 2023 con el título, “Le coin de l’exégèse: Hébreux 1/9”. https://viensetvois.fr/pentecote-numerique/3985-ebook-fevrier-2023.html.